En las últimas semanas, como si el runrún de las trompetas sudafricanas se tratara, infinidad de agentes políticos y sociales están haciendo todo tipo de declaraciones sobre treguas, no treguas, pactos, no pactos, elecciones o no elecciones.
Dejando de lado todas estas declaraciones, no quiero dejar de observar en cambio la espectacular filtración de un documento que Egiguren pretendía debatir dentro de los órganos internos del PSE y que apuntaba a la necesidad de relegalizar a la IA y favorecer las vías políticas y que al poco motivaba la intervención del ministro del interior señalando que Egiguren se equivocaba y desactivando de paso todo debate. El PSOE cierra filas en torno a la política de Rubalcaba.
Dejando de lado además el acuerdo entre EA y la IA del domingo y obviando este ruido de fondo de unos y otros, en el soberanismo se vuelve casi siempre a lo mismo: la necesaria unidad de acción abertzale. Y muy particularmente la unidad de acción entre la IA y el PNV. Es sin embargo esta posible?.
En la teoría de los juegos los de suma cero son aquellos en los que los participes ganan lo que los otros pierden. O más claro, el reparto de un tarta, cuanto más grande es el trozo que nos llevamos menos queda a los otros.
Suponiendo que ambos participes miren por sus intereses las decisiones que tomen habrán de ser las que más les beneficien a cada uno de ellos.
El premio a repartir es claro, liderar al soberanismo vasco, lo que supone un torrente de votos que abre las puertas a infinidad de centros decisorios (que no de poder).
Todo esto tiene un problema, en una labor soberanista unitaria solo uno de los dos puede entrar como vencedor. Es decir, una confluencia PNV-IA habría de partir de un supuesto no escrito en el que o bien la vía autonomista o pactista fue un camino estéril o bien la confrontación y deslegitimación constante del estado español fue un camino ciego. Es sin embargo esto cierto?.
En realidad es irrelevante en una primera fase, la unidad de acción abertzale no se haría en base a vencedores y vencidos porque su objetivo no debería ser restar apoyos a tus compañeros de viaje sino a los rivales unionistas, sería más adelante, una vez alcanzada la ansiada soberanía cuando si competirían por los votos propios las diferentes formaciones abertzales. El juego de suma cero no es, en un primer estadio, entre PNV-IA sino entre el soberanismo y el unionismo, ahí es donde no caben medias tintas y el acuerdo es difícil.
Tanto Naciones Unidas como otros organismos internacionales, rehuyen el discurso de suma cero y defienden las negociaciones y los pactos. Lo que cabe preguntarse es en que terreno de juego se mueve el unionismo?. Que quieren?. Si quisieran solo la seguridad de que ETA no va a atentar contra ellos el problema se solucionaba en horas, la cuestión es que la seguridad es algo secundario, el autentico problema es que los unionistas no pueden ni quieren compartir su soberanía con nadie que ellos consideren inferiores a su reino, es decir, no hay problema con ceder soberanía a la UE en cuestiones como política exterior, defensa, economía y un largo etcétera. Pero es impensable que ese mismo reino baje dos peldaños constitucionales y reconozca que hasta hace doscientos años su España eran las Españas.
Un secreto, hay decisiones que conllevan inexorablemente a la suma cero, afortunadamente en política como en la vida son excepcionales.
Dejando de lado todas estas declaraciones, no quiero dejar de observar en cambio la espectacular filtración de un documento que Egiguren pretendía debatir dentro de los órganos internos del PSE y que apuntaba a la necesidad de relegalizar a la IA y favorecer las vías políticas y que al poco motivaba la intervención del ministro del interior señalando que Egiguren se equivocaba y desactivando de paso todo debate. El PSOE cierra filas en torno a la política de Rubalcaba.
Dejando de lado además el acuerdo entre EA y la IA del domingo y obviando este ruido de fondo de unos y otros, en el soberanismo se vuelve casi siempre a lo mismo: la necesaria unidad de acción abertzale. Y muy particularmente la unidad de acción entre la IA y el PNV. Es sin embargo esta posible?.
En la teoría de los juegos los de suma cero son aquellos en los que los participes ganan lo que los otros pierden. O más claro, el reparto de un tarta, cuanto más grande es el trozo que nos llevamos menos queda a los otros.
Suponiendo que ambos participes miren por sus intereses las decisiones que tomen habrán de ser las que más les beneficien a cada uno de ellos.
El premio a repartir es claro, liderar al soberanismo vasco, lo que supone un torrente de votos que abre las puertas a infinidad de centros decisorios (que no de poder).
Todo esto tiene un problema, en una labor soberanista unitaria solo uno de los dos puede entrar como vencedor. Es decir, una confluencia PNV-IA habría de partir de un supuesto no escrito en el que o bien la vía autonomista o pactista fue un camino estéril o bien la confrontación y deslegitimación constante del estado español fue un camino ciego. Es sin embargo esto cierto?.
En realidad es irrelevante en una primera fase, la unidad de acción abertzale no se haría en base a vencedores y vencidos porque su objetivo no debería ser restar apoyos a tus compañeros de viaje sino a los rivales unionistas, sería más adelante, una vez alcanzada la ansiada soberanía cuando si competirían por los votos propios las diferentes formaciones abertzales. El juego de suma cero no es, en un primer estadio, entre PNV-IA sino entre el soberanismo y el unionismo, ahí es donde no caben medias tintas y el acuerdo es difícil.
Tanto Naciones Unidas como otros organismos internacionales, rehuyen el discurso de suma cero y defienden las negociaciones y los pactos. Lo que cabe preguntarse es en que terreno de juego se mueve el unionismo?. Que quieren?. Si quisieran solo la seguridad de que ETA no va a atentar contra ellos el problema se solucionaba en horas, la cuestión es que la seguridad es algo secundario, el autentico problema es que los unionistas no pueden ni quieren compartir su soberanía con nadie que ellos consideren inferiores a su reino, es decir, no hay problema con ceder soberanía a la UE en cuestiones como política exterior, defensa, economía y un largo etcétera. Pero es impensable que ese mismo reino baje dos peldaños constitucionales y reconozca que hasta hace doscientos años su España eran las Españas.
Un secreto, hay decisiones que conllevan inexorablemente a la suma cero, afortunadamente en política como en la vida son excepcionales.