Os voy a contar una
historia que mucho mejor que yo la cuenta Ramiro Pinilla en el primer
volumen de Verdes Valles Colinas rojas.
Era en 1890 cuando los
trabajadores de las minas de Bizkaia estaban en huelga tras la jornada
de protesta del 1 de Mayo (entonces aun no le llamaban jornada festiva
reivindicativa) cuando la compañía minera Orconera
despidió a cinco trabajadores que se habian destacada aquel dia, una
huelga que el 12 de Mayo se transformo en huelga general, la primera en
Bizkaia, cuando los trabajadores de las otras grandes fábricas se
sumaron solidariamente a sus compañeros mineros.
Antes 10.000 trabajadores confluyeron en la plaza Eliptica y fueron
recibidos por el diputado provincial quien prometió hacer llegar sus
quejas al congreso. Naturalmente no sirvió de nada y la huelga se
radicalizo. 30.000 obreros estaban en huelga.
Al poco llegó al puerto de
Bilbao un acorazado con tropas al mando del Capitán General Loma (quien
aún hoy cuenta con calles en su honor en nuestros pueblos) quien se hizo
cargo del orden público. El 13 dejan de circular
los trenes. El 14 Altos Hornos se suma a la huelga, se declara la Ley
Marcial. El dia 15 la Guardia Civil dispara contra la multitud y deja un
muerto. El viernes 16 la Guardia Civil ocupa el teatro Arriaga y el
Arenal, el general Loma llega a Bilbao al mando
de dos Batallones del ejército y establece su cuartel general en el
Teatro Nuevo, la huelga se extiende ya hasta Durango.
El 21 de Mayo el general
Loma sube a las minas, se pasea por ellas y se pregunta “¿aquí viven
personas?” o “¿Cómo alguien puede trabajar aquí?”. Baja a Gallarta y se
reúne con una comisión de los mineros a los que promete
hacer llegar sus reivindicaciones, les promete acabar con los infames
barracones, con los colmados mineros y la reducción de la jornada
laboral. En la novela de Pinilla un minero, Marcelo, se lamenta, les
acaban de robar la huelga. Cuando lo tenían todo lo
perdieron todo, ese general tuvo que subir a las minas a comprobar si
era verdad lo que decían esos descamisados a gritos, ese general les
robo las reivindicaciones todo lo que consiguieron no lo conseguirían
por la huelga sino por un padrecito superior al
que en adelante tendrían que recurrir para conseguir cualquier otra
reivindicación. Loma le dió la vuelta a la tortilla, transformó una
clamorosa derrota prerrevolucionaria en una victoria del capital que
paternalmente protegía a sus obreros, las exiguas reformas
que conseguían no eran una conquista obrera sino una concesión de los
patronos.
Cuando el general Loma regreso a Bilbao algunos mineros le aplaudieron.
Cuando el diputado foral Jose Luis Bilbao salió de Edesa algunos obreros también le aplaudieron.
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