martes, 19 de marzo de 2013

El PNV y la Stasi (Hablemos de espionaje político)


Sucedió el mes pasado. Desde la Diputacion Foral de Gipuzkoa requirieron por burofax a Markel Olano unas facturas de Bidegi que no aparecían y que aparecerían al dia siguiente de requerirse. Lejos de no dar mayor trascendencia a un hecho del que nadie hubiera tenido noticia el PNV, Egibar y Olano, optaron por soltar en rueda de prensa que Bildu y su diputación se comportan como la Stasi. Posteriormente reincidirían en esta afirmación y ademas el mismo Egibar añadiría que Bidu esta permanentemente con la vista puesta en el espejo retrovisor.
No es necesario comentar que es precisamente el PNV quien reclama dia si y dia también a Sortu una “revisión” critica del pasado y otras cuestiones referidas a la extinta lucha armada.
Si creo, en cambio, necesario repasar un poco que problemas ha tenido ese partido, el PNV, con los temas de espionaje político.
La historia, aunque conocida, viene de atrás, de muy atrás y curiosamente de la mano de un alemán, no de la Stasi pero si de los servicios secretos de, los entonces, enfrente. Hans Josef Horchem miembro de una de las ramas de los servicios secretos de la RFA, juez jefe del servicio de defensa de la constitución en Hamburgo, según algunos un nazi rehabilitado; fue presentado a Xabier Arzallus como el ingeniero que necesitaban los amateur ertzainas, los Ekinzales de entonces. Horchem un convencido anticomunista tenia claro que la única manera de blindar los servicios policiales de las posibles y perniciosas influencias políticas era infiltrándolas, pudriéndolas políticamente, en definitiva hacer de esa policía una policía al servicio de un partido de orden, el PNV. Pero sobre todo la idea principal era que el PNV debía contar con una policía propia, un grupo de personas seleccionadas por su ideología Jeltzale a prueba de bombas y que respondiera en primer lugar al partido y en segundo lugar a nadie mas, serian mantenidos por el Partido y al guardarían fidelidad. A este equipo se le llamaría El Club. Horchem pasaría casi tres años asesorando al gobierno vasco. Mas tarde saltaría el escandalo de los AVCS un grupo dedocraticamente escogidos de entre los policías y que se encargarían de todas las operaciones de inteligencia en un caso de doble militancia que haría las delicias de Garzon.
Pero me desvió del espionaje político. Tenemos el plan aportado por Horchem de un núcleo duro, el Club, de aguerridos militantes jeltzales y/o policías autónomos, que debían obediencia al Partido antes que al gobierno. Tenemos los policías, los AVCS, adjuntos a la viceconsejeria de seguridad y ahora vamos con el espionaje. Y ya tenemos las escuchas.
Era 1986 y el PNV echaba humo en torno a los disidentes liderados por el lehendakari Garaikoetxea, asi que el Club, siempre el club, Javier Aguirre y Miguel Campoy Amores, se planto en la central de Telefónica de Zarautz con una supuesta orden judicial para pinchar el teléfono a unos narcotraficantes. Naturalmente el teléfono pinchado por Javier Aguirre fue el de Carlos Garaikoetxea, desviado a otra línea en un inmueble donde Ramón Martín Epalza coloco una grabadora. Para que no falte nada tenían un plan B, desviar la línea a otro numero donde también se habia colocado una grabadora, el numero pertenecía a la esposa de un guarda forestal que sin embargo tenia acceso concedido por escrito a cualesquiera vehículos del parque móvil de Interior, el guarda se llamaba Javier Zumalde Romero, algunos le llamaban El Cabra.
La operación fue una chapuza tanto técnica, Epalza dio a Aguirre un numero errado, como política. En Agosto técnicos de Telefonica descubrieron el pinchazo e informaron al gobierno vasco y a Garaikoetxea.
En un primer momento el PNV se dedico a despejar balones insinuando que era todo un montaje del ex lehendakari, el propio Retolaza seguiría manteniendo hasta su muerte que fue un montaje. Mas adelante llegarían a querellarse por este caso contra Garaikoetxea y Montxo Doral.
Tirando del hilo se descubrió el pastel y Epalza canto como un canarito, acuso a sus superiores Joseba Goikoetxea Asla y Luis Maria Retolaza, consejero de interior, de haber ordenado las escuchas. A Epalza le llovieron presiones de todo tipo, siendo la mas habitual la de acusarle de simpatizar con EA.
Cinco años después se celebro el juicio, el Cabra salía de los juzgados cabreado, precisamente, porque según el los periodistas “tienen la maldita costumbre de meterse conmigo, porque yo fui quien mato a Carrero Blanco”. En esta alegre biribilketa se movían los acusados.
Epalza, por ejemplo, detallo las reuniones que en el chalet de Retolaza en Bakio se mantuvieron para preparar la operación.
Javier María Aguirre Querejeta Joseba Goikoetxea Asla y Ramón Martín Epalza Solano fueron condenados a un mes y un dia de prisión y a inhabilitación especial de seis años y un dia, prohibiéndose expresamente la incapacidad para desempeñar el empleo o cargo que tuvieran en el momento de comisión del delito asi como cualquier otro análogo.
No seria el único caso, años mas tarde y ya cerradas las heridas de la escisión que llegaron hasta el Club se espiaría a Iñigo Iruin, abogado de HB. Después de un rocambolesco sumario que apuntaba a Montxo Doral el asunto se cerro cuando ETA le mato en 1996.
Y asi, entre otros turbios casos llegamos al caso Telleria en el que el acusado afirma que todo lo que a el llegaba eran anónimos y de ninguna de las maneras informes de espionaje. Ya. En 1997 tras un atentado en Donosti la Policía Nacional detuvo a Fernando Elejalde, al que le dieron una paliza tan pronto como llego a comisaria. Los policías se escudaron en que durante la detención hubo un violento enfrentamiento entre el arrestado y dos policías. Por esas casualidades de la vida la detención fue fotografiada por la ertzaina y Egibar, apenas 48 horas después tenia esas imágenes que le habia pasado… nadie. Un anónimo, aparecieron en su buzon, ya.
Luego, Olano o Egibar tendrán la caradura de hablar de espionaje político cuando son ellos, son su Club o Ekintza o como le quieran llamar quienes no dudan en pinchar los teléfonos a su gente, a la oposición o a quien sea que el partido señale. Pocas bromas con esto.

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