viernes, 8 de noviembre de 2013

El general Bilbao.

Os voy a contar una historia que mucho mejor que yo la cuenta Ramiro Pinilla en el primer volumen de Verdes Valles Colinas rojas.

Era en 1890 cuando los trabajadores de las minas de Bizkaia estaban en huelga tras la jornada de protesta del 1 de Mayo (entonces aun no le llamaban jornada festiva reivindicativa) cuando la compañía minera Orconera despidió a cinco trabajadores que se habian destacada aquel dia, una huelga que el 12 de Mayo se transformo en huelga general, la primera en Bizkaia, cuando los trabajadores de las otras grandes fábricas se sumaron solidariamente a sus compañeros mineros. Antes 10.000 trabajadores confluyeron en la plaza Eliptica y fueron recibidos por el diputado provincial quien prometió hacer llegar sus quejas al congreso. Naturalmente no sirvió de nada y la huelga se radicalizo. 30.000 obreros estaban en huelga.

Al poco llegó al puerto de Bilbao un acorazado con tropas al mando del Capitán General Loma (quien aún hoy cuenta con calles en su honor en nuestros pueblos) quien se hizo cargo del orden público. El 13 dejan de circular los trenes. El 14 Altos Hornos se suma a la huelga, se declara la Ley Marcial. El dia 15 la Guardia Civil dispara contra la multitud y deja un muerto. El viernes 16 la Guardia Civil ocupa el teatro Arriaga y el Arenal, el general Loma llega a Bilbao al mando de dos Batallones del ejército y establece su cuartel general en el Teatro Nuevo, la huelga se extiende ya hasta Durango.
El 21 de Mayo el general Loma sube a las minas, se pasea por ellas y se pregunta “¿aquí viven personas?” o “¿Cómo alguien puede trabajar aquí?”. Baja a Gallarta y se reúne con una comisión de los mineros a los que promete hacer llegar sus reivindicaciones, les promete acabar con los infames barracones, con los colmados mineros y la reducción de la jornada laboral. En la novela de Pinilla un minero, Marcelo, se lamenta, les acaban de robar la huelga. Cuando lo tenían todo lo perdieron todo, ese general tuvo que subir a las minas a comprobar si era verdad lo que decían esos descamisados a gritos, ese general les robo las reivindicaciones todo lo que consiguieron no lo conseguirían por la huelga sino por un padrecito superior al que en adelante tendrían que recurrir para conseguir cualquier otra reivindicación. Loma le dió la vuelta a la tortilla, transformó una clamorosa derrota prerrevolucionaria en una victoria del capital que paternalmente protegía a sus obreros, las exiguas reformas que conseguían no eran una conquista obrera sino una concesión de los patronos.

Cuando el general Loma regreso a Bilbao algunos mineros le aplaudieron.

Cuando el diputado foral Jose Luis Bilbao salió de Edesa algunos obreros también le aplaudieron.

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